Un estudio dirigido por Tomohide Yamada, de la Universidad de Tokio, concluye que las siestas muy prolongadas –aquellas que definía Camilo José Cela como “de pijama y orinal”– están vinculadas a una probabilidad mayor de padecer diabetes 2.

Los científicos han llegado a esta conclusión tras llevar a cabo un análisis de los historiales clínicos y los hábitos de más de 260.000 personas asiáticas y occidentales.

El objetivo era rastrear la vinculación entre esta enfermedad crónica, que se manifiesta con altos niveles de azúcar en sangre, y dos posibles factores: la excesiva somnolencia diurna –o hipersomnia– y las siestas.

Así observaron que la posibilidad de sufrir diabetes 2 aumentaba un 56% en los individuos con hipersomnia, y un nada despreciable 46% entre aquellos que admitían echarse habitualmente sueños de más de una hora durante el día.

Parece ser que sestear hasta 40 minutos es lo óptimo; por encima de este límite, empieza a incrementarse el riesgo de convertirnos en diabéticos.

Los autores del estudio, presentado durante la convención anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD), aconsejan: “múltiples trabajos demuestran los efectos beneficiosos de las siestas de menos de media hora, que ayudan a mantener el estado de alerta y las habilidades motoras.

Para que no nos perjudiquen, estos descansos deben finalizar antes de que empiece el sueño profundo, de ondas cerebrales lentas”.