La diabetes tipo 2 está vinculada con la obesidad, de hecho los altos índices de sobrepeso y de sedentarismo están haciendo que sea cada vez más frecuente en menores, y ahora también lo está la liraglutida, uno de los fármacos que ayudan a tratarla.

El equipo del Centro de investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas de la Universidad de Santiago de Compostela, capitaneados por el investigador Rubén Nogueiras, descubrió recientemente que el uso de este compuesto ayuda también a reducir el peso de los pacientes.

Rubén Nogueiras y su equipo del Centro de investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas de la Universidad de Santiago de Compostela.

"La liraglutida está aprobada para la lucha contra la obesidad desde 2014, pero en este artículo explicamos detalladamente el mecanismo mediante el cual disminuye la masa corporal", explica el científico a El HuffPost en conversación telefónica.

Ese artículo al que hace referencia, GLP-1 agonism stimulates brown adipose tissue thermogenesis and browning through hypothalamic AMPK, se ha publicado en la revista Diabetes y este martes 4 de julio recoge el premio Investigación Fundación Dr. Antonio Esteve otorgado en el mes de mayo.

"La investigación aporta el mecanismo, ya que hasta ahora no se conocía cómo la liraglutida disminuía la masa corporal independientemente de la ingesta; y además demuestra que a largo plazo, después de un año de tratamiento, los pacientes con obesidad tratados con liraglutida disminuyen la masa corporal y aumentan el gasto energético", continúa. "Esto se había comprobado a muy corto plazo con el uso de inyecciones de liraglutida, pero nunca se había hecho un seguimiento de estos pacientes durante tanto tiempo".

A largo plazo, los pacientes con obesidad tratados con liraglutida disminuyen la masa corporal y aumentan el gasto energético.
Nogueiras y su equipo han puesto sobre el papel que no es necesario llevar a cabo una dieta especial ni hacer ejercicio físico para que los pacientes experimenten una disminución del 5% de grasa corporal. "Esto a nivel estético no significa nada pero a nivel clínico es muy importante porque mejora muchísimo el perfil del paciente", explica. "Lo que se busca en un tratamiento antiobesidad no es que una persona obesa se vuelva delgada y esbelta, se busca una disminución de la grasa porque ese exceso provoca efectos muy nocivos en el organismo. Aparentemente puede parecer una disminución pequeña, pero es es fundamental para el paciente", añade.

Los pacientes deben tener obesidad mórbida y una alteración metabólica asociada a la obesidad como puede ser hipertensión, colesterol o la misma diabetes tipo 2.
Su artículo sirve también para corroborar un dato que se sabía desde 2014: el tipo de pacientes al que se aconseja el tratamiento. "Deben tener obesidad mórbida, un índice de masa corporal superior a 30, y una alteración metabólica asociada a la obesidad como puede ser hipertensión, colesterol o la misma diabetes tipo 2. No todos los pacientes obesos pueden ser tratados con este fármaco". De hecho, pese a los altos índices de sobrepeso y obesidad en menores de edad, no se puede utilizar este tratamiento en este tipo de pacientes. "No está aprobado para niños, tiene que ser en mayores de edad", aclara.

CÓMO FUNCIONA

"Lo que hemos visto en roedores es que la liraglutida produce la inhibición de la quinasa AMPK en el hipotálamo y esto hace que se active la grasa parda", continúa Nogueiras.

"El ser humano tiene dos tipos de grasas: la grasa blanca, que es la que conocemos todos, la responsable de ese almacenamiento de lípidos que se acumulan en la barriga o en las caderas; y luego tenemos la grasa parda, que hace todo lo contrario, que quema lípidos", continúa. "Esta grasa quema calorías para formar calor y eso hace que aumente el gasto energético. Eso es más o menos lo que hace la liraglutida: actúa en el hipotálamo, una área concreta del cerebro, mediante la inhibición de la proteína quinasa, y activa la grasa parda".

La liraglutida actúa en el hipotálamo, mediante la inhibición de la proteína quinasa, y activa la grasa parda.
En el caso de los pacientes de diabetes tipo 2 la liraglutida actúa de forma totalmente diferente. Habría que partir de la base de que la dosis es mucho menor y después de que la liraglutida es un análogo de la hormona llamada GLP-1. "Los análogos se usan desde hace años para el tratamiento de la diabetes tipo 2 porque lo que hacen es estimular la liberación de insulina en el páncreas", explica Nogueiras. Este GLP-1 actúa sobre todos los órganos del cuerpo y, dependiendo del órgano, su función es distinta. "En el cerebro ya se sabía que disminuía la ingesta y ahora se ha descubierto que activa la grasa parda".

SIGUIENTES PASOS Y SIGUIENTES INVESTIGACIONES

Nogueiras y su equipo recogen este martes el galardón sin saber el futuro de su investigación. "Eso ya lo deciden las compañías farmacéuticas. Qué pasará con ella se me escapa", explica.

Según este investigador, tanto él como su equipo ya no darán más pasos en esta investigación: "Nuestra responsabilidad es seguir buscando otro mecanismo u otra diana que pueda ayudar a prevenir la obesidad o la diabetes tipo 2, pero el uso de un fármaco concreto depende de cada compañía farmacéutica".

Ese nuevo trabajo del que habla está centrado en el tratamiento del hígado graso, que se desarrolla normalmente en personas obesas. "Este exceso de grasa en el hígado afecta directamente a las funciones hepáticas, es una enfermedad que está creciendo muchísimo porque las tasas de obesidad se están disparando cada año más y es una enfermedad que actualmente no tiene tratamiento", explica. "Ahora estamos focalizados en intentar describir nuevas dianas para su tratamiento".