El biólogo molecular sevillano afincado en Miami, cuyo laboratorio es puntero en la investigación mundial contra la diabetes tipo 1, se muestra convencido de que se logrará curar esa enfermedad.

Juan Domínguez Bendala (Sevilla, 1970) dirige el Laboratorio de Células Madre del Diabetes Research Institute de Miami, uno de los centros de referencia a nivel mundial en el desarrollo de terapias celulares para la diabetes en el que trabajan científicos de todo el mundo.

Criado en los Remedios y alumno de los Padres Blancos, se licenció en Biología por la Hispalense e hizo su doctorado en el Roslin Institute escocés bajo la supervisión de uno de los creadores de la oveja «Dolly», el primer animal clonado de la historia. El doctor Domínguez Bendala trabaja en EE.UU. desde 2001 y simultanea su investigación, avalada por docenas de publicaciones científicas, con una activa labor divulgadora que le ha llevado a conceder entrevistas a CNN, NBC y otros medios de comunicación internacionales.

Reconocido desde 2008 en sucesivas ediciones del Marquis Who´s Who in America, en 2010 fue seleccionado por la Fundación Sabrina Cohen para la campaña internacional «CELLebrity doctors», a beneficio de la investigación en terapias regenerativas. Ahora acaba de publicar su primera novela de ficción «El ciervo de Robson» (Samarcanda), que fue finalista de la XII edición del Premio de Novela Fernando Lara.

Si logra curar la diabetes 1, le darán el Nobel. El último que recibió un español fue en 1959: Severo Ochoa.

La diabetes 1 es la más grave y suele atacar a los niños. Llevo 17 años investigando en ella con mi equipo. No me gusta dar plazos porque hace cinco años confiábamos en que lo lograríamos y de momento hemos superado las pruebas con ratones, pero creo que en un plazo razonable lo conseguiremos. Los ensayos clínicos requieren mucha burocracia y regulación pero confío en que sí. Los premios son menos importantes que el beneficio de las investigaciones para la población. Tengo un amigo con un hijo que sufre diabetes 1 y los dos sufren muchísimo.

La diabetes tipo 2 se asocia mucho al sedentarismo y la obesidad.

Sí. Es la más común y afecta a casi seis millones de españoles y al diez por ciento de la población mundial. Lo primero que hacemos cuando llega un paciente con esta diabetes a nuestro clínica es ponerle un plan de ejercicio y una dieta.

¿La obesidad se ha convertido en un grave problema de salud en Estados Unidos?

Sí. La tasa de obesidad es altísima, especialmente en los niños. En el espectáculo de Navidad del colegio de mi hija salieron quince niños y no había ninguno delgado. Todos eran gorditos y hablo de niños de 5 ó 6 años. En EE.UU todo el mundo está acostumbrado a ir en coche a todas partes, y mis hijos, cuando vienen a Sevilla, se quejan si tienen que andar la calle Asunción para abajo. Les cuesta mucho porque el concepto de andar de un lado a otro no lo entienden. En EE.UU. se va en coche hasta a la farmacia y no tienes ni que bajarte del vehículo porque te dan las medicinas por la ventanilla. La gente no se mueve.

¿La obesidad tiene que mucho que ver con el nivel económico?

Sí. A menor formación y menor nivel económico, más obesidad. Las verduras y las frutas son muy caras en Estados Unidos: lo que aquí cuesta un euro allí cuesta cuatro.

La Junta de Andalucía acaba de aprobar una ley que prohibe dulces en colegios y residencias de mayores, entre otra medidas contra la obesidad. Según un estudio del Colegio de Farmacéuticos de Cádiz, la obesidad infantil en Andalucía es de las más altas de España y ataca a las familias con menor nivel de renta.

No lo sabía, pero le aseguro que aquí hay menos niños gorditos que en EE.UU.

Clonación

¿Es posible clonar a una persona?

Técnicamente eso es posible hoy. Cuando se creó la oveja «Dolly», la idea era que se pudieran clonar individuos pero no para desarrollar personas sino en fase embrionaria para que de ahí se pudieran extraer células madre genéticamente iguales a la de donantes y convertirse en tejidos u órganos que no produjeran rechazo. Pero hoy eso ha quedado ya desfasado por el sistema de reprogramación celular que consiste en lograr que una célula del paciente vuelva atrás en el tiempo y se convierta en embrionaria, sin necesidad de clonar. Al inventor de esta técnica, que es mucho más rápida y eficiente y no plantea ningún problema ético, le han dado el premio Nobel.

¿Y se podrían crear órganos y tejidos nuevos?

Sí, incluso en una impresora 3D. Ya se han hecho orejas y vejigas y otros órganos sencillos, pero se va a conseguir con órganos más complejos. A veces no hace falta cambiar el órgano sino reparar el tejido. En el caso del páncreas, por ejemplo, nosotros hemos sido pioneros en el trasplante de islotes, que son las células donde se hace la insulina y que suponen sólo el 1 por ciento del órgano. Tenemos pacientes que llevan diez años sin inyectarse insulina. Otros equipos estamos trabajando en células para evitar algunos tipos de ceguera, el parkinson o el alzheimer.

-Con los espectaculares avances en terapias genéticas y celulares ¿se podrán curar algun día todas las enfermedades?

No sé si todas las enfermedades pero se curarán muchas. Y estoy convencido de que una será la diabetes.

¿Se puede pensar científicamente en la inmortalidad o eso es ciencia-ficción?

No creo que sea posible pero se están creando tejidos y órganos y se pueden curar ya algunos tipos de ceguera. Esto parecía de ciencia-ficción hace algunos años pero está ya aquí pero creo que los seres humanos estamos programados para morir, aunque podamos curar todas las enfermedades algún día. El ser humano no ha evolucionado tanto como la tecnología o la ciencia

¿Cree posible que podamos llegar a alcanzar los 120 años en buenas condiciones?

Sí, y los 150, gracias a los avances géneticos y con las células madre.

Esto plantearía otros problemas como superpoblación del planeta o el pago de pensiones...

Eso es lo primero que he pensado cuando me lo ha dicho. A veces el avance de la ciencia puede plantear nuevos problemas. Fíjese que el aumento de la capacidad craneal del ser humano ha dificultado mucho los partos y ha hecho que los bebés tengan que nacer mucho antes de ser autónomos y de ser capaces de sobrevivir sin ayuda. Otra cosa curiosa es que ahora todos los niños necesitan braques en la boca cuando en los pueblos primitivos su dentadura es perfecta. Esto es porque se les da a comer cosas duras desde chicos y desarrollan su mandíbula. Nosotros les damos papillas y cosas blandas y la mandíbula tarda más en desarrollarse y no caben todos todos los dientes.

En algunas cosas vamos bastante atrasados.

Sí, en más de las que pensamos.

La crisis y la investigación

¿Afectó mucho la crisis a su investigación sobre la diabetes?

En EE.UU. se notó mucho. El 40 por ciento del presupuesto de nuestro instituto es privado y nos quedamos en un tercio de lo que teníamos. Luego hemos remontado.

¿Envidia como español la filantropía norteamericana?

-Sí. No hay nada parecido en el mundo en movimiento filantrópico. Una señora de Miami murió a los 92 años y decidió legar su fortuna, unos 20 millones de dolares, al mejor centro de investigación de la diabetes. Tuvo un familiar muy cercano con esa enfermedad y fue su homenaje. Sus abogados investigaron y eligieron al nuestro. Esa mujer tiene su nombre en una placa enorme que hay en la entrada de nuestro centro. Hay en el hall un montón de estrellas con nombres grabados en función del dinero donado. Esta es la más grande de todas.

En España algunas personas y dirigentes de Podemos han criticado la donación a los hospitales que hizo Amancio Ortega. Fueron 300 millones de euros...

Es increíble. No lo entiendo. Es buscarle tres pies al gato y volver a dejarnos llevar por esa mentalidad autodestructiva tan española. Encima, cuando aquí la filantropía es muy pequeña y apenas hay esa cultura ni esa tradición de las donaciones. En Estados Unidos hay miles de fundaciones y desde luego una, al menos, para cada enfermedad que existe. Hasta el Ejército nos ha donado dinero porque tienen soldados diabéticos y quieren contribuir a que se curen.

¿En EE.UU. se odia a los ricos tanto como aquí?

No, al contrario. Se les admira y se quiere ser como ellos. Aunque si no donan parte de su dinero a causas que mejoren a toda la sociedad estarían mal vistos, pero eso no ocurre porque todos lo hacen. Los ricos norteamericanos quieren dejar su legado después de morir, algo por lo que se les recuerde.